Tras la ópera La clemenza de Tito, el Gran Teatre del Liceu bajaba el telón a principios de mayo para anunciar la cancelación definitiva de la temporada debido a la pandemia del coronavirus. Un cierre necesario que permitiría al equipo trabajar en los protocolos de seguridad requeridos en el sector del espectáculo frente al COVID-19. Casi dos meses más tarde, el Liceu ha vuelto a reabrir sus puertas y, en su interior, sobre sus butacas de intenso terciopelo rojo, cubriendo la platea, el anfiteatro y los tres pisos de palco, 2.292 plantas. Verdes ficus, palmas y monsteras que han asistido en primicia a la elegía de Los crisantemos, compuesta por el italiano Giacomo Puccini.
Una delicada pieza para cuarteto de cuerda en la que sobrevuela la intensidad y el brillo de la vida, pero también el contorno de sus últimos días. Para el Gran Teatre del Liceu, esta ha sido una acción simbólica que invita a reflexionar sobre el valor del arte, como fuerza de unión creadora, la acción incansable de los sanitarios y la fuerza de la naturaleza, protectora, silenciosa y siempre presente.
Tal y como explicó el artista Eugenio Ampudia, el Concierto para el Bioceno es además una oportunidad para celebrar el espacio que la vegetación ha hecho suyo durante el tiempo en el que los ciudadanos han estado recluidos: “En un momento en el que una parte importante de la humanidad se ha confinado en espacios acotados y se ha visto forzada a renunciar a la movilidad, la naturaleza ha avanzado para ocupar los espacios que le hemos arrebatado.
Lo ha hecho con su cadencia propia, apenas asomando de nuevo, con su paciente ciclo biológico. ¿Se puede ampliar el concepto empatía hasta llevarlo a la relación con otras especies? Comencemos por el arte y la música. En un gran teatro. Invitando a la naturaleza”.
EL BOSQUE ES UN ESCENARIO VIVO
En un recorrido inverso, y dentro del frondoso bosque de Piegaro, en la región italiana de Umbría, Listone Giordano planteó una experiencia visual y musical que evidencia el compromiso de la firma de parquet de lujo con el medio ambiente. Federico Ortica transformó este bosque natural en un escenario vivo donde proyectó su instalación de sonido multisensorial.
Ortica capturó los sonidos propios de la planta, como el crujido de las hojas o el chasquido de las ramas, mediante transmisores en el tronco y las ramas de los árboles. Un material que el artista procesó electrónicamente gracias a los vanguardistas sonidos de sus sintetizadores y que fue la base de una pieza musical en la que quedaban recogidos los movimientos de la naturaleza, pero también de la acción humana. “El proyecto proviene de mi interés en las resonancias acústicas de los materiales, en los que he estado trabajando durante algunos años. La idea parte de mi cuidadosa investigación: en Resonantrees utilizo los árboles como cuerpos resonantes, creando una dimensión aumentada del paisaje natural”, detalló Federico Ortica.
En las tres áreas del bosque de Pigero, y dentro del Proyecto Internacional Trace, los sensores transmiten información sobre la cantidad de agua que un árbol puede recoger del suelo, de forma que Listone Giordano puede conocer el estado de salud de cada uno de ellos, así como la calidad de su follaje, su diámetro o la cantidad de carbono que absorbe. Una propuesta que evidencia que el arte y la innovación pueden ser motores activos para la conservación del medioambiente.
Listone Giordano se implica en promover el cuidado y la cultura de la madera, ya que es a partir del trabajo directo en el bosque donde inicia el proceso para obtener el parquet de madera de la mejor calidad. En este ciclo, la familia Margaritelli respeta el ritmo de vida de los árboles, que se desarrolla durante un periodo de tiempo de 150 a 180 años y que se extiende a lo largo de siete generaciones.
Tal y como confirma Listone Giordano, el teatro forestal de Città della Pieve seguirá siendo el escenario natural que continuará dando voz a los majestuosos ejemplares que, silenciosos, contribuyen a que todas las fuerzas sigan en equilibrio, como en una sinfonía perfecta.